lunes, 30 de abril de 2007
domingo, 29 de abril de 2007
Advent Children
Si quieren una recomendación de una pelicula, pueden ver esta.
Es increible. Yo creo, que nunca me había pasado de ver una pelicula tantas veces y no dejar de sorprenderme con los detalles, y todas las cosas que van pasando a medida que avanza. Además, como que muestra un mundo, en un futuro, al que no se, si estemos muy lejanos.
[Creo recordar como nos conocimos]
[Creo no haber olvidado lo que nos paso]jueves, 26 de abril de 2007
El Inicio de ....
Hablemos del inicio de "Eyre".
Notese que es un seudonimo, original, con el cual me identifico totalmente. Además, de que seguir con C. Silva, me tenía un poco chato, era todo el tiempo lo mismo.
Aunque no lo crean se pronuncia: E + y + r + e, es decir, en español, y no en Ingles, puesto que soy Chileno, y por tanto mantengo mis raices!! (Algo que le falta a muchos cantantes de dudosas calidad que cantan en Ingles, como si no fueran Latino).
Y nació de la investigación que hice sobre el país de Irlanda (Notese que es un lugar al cual me encantaría ir, y que, si todo sale bien, iré, conoceré y seré muy feliz).
En fin, quería hacer esa pequeña aclaración..
Nos veremos..
Algún día
Notese que es un seudonimo, original, con el cual me identifico totalmente. Además, de que seguir con C. Silva, me tenía un poco chato, era todo el tiempo lo mismo.
Aunque no lo crean se pronuncia: E + y + r + e, es decir, en español, y no en Ingles, puesto que soy Chileno, y por tanto mantengo mis raices!! (Algo que le falta a muchos cantantes de dudosas calidad que cantan en Ingles, como si no fueran Latino).
Y nació de la investigación que hice sobre el país de Irlanda (Notese que es un lugar al cual me encantaría ir, y que, si todo sale bien, iré, conoceré y seré muy feliz).
En fin, quería hacer esa pequeña aclaración..
Nos veremos..
Algún día
martes, 17 de abril de 2007
Predestinación (5ta. Parte)
No podía renunciar a tales palabras, tenían toda la razón del mundo, y no tenía cara para decirle que no después de saber que él conocía toda mi historia con Camilo.
Fue así, como José Antonio, o José, como le decían sus amigos, llego a mi casa. A ser cuidado por la persona que le había hecho la vida imposible a su padre. Sin embargo, ni sus modos, ni sus comentarios mostraban el menor signo de falta de educación de desprecio hacía mi persona.
Lo primero que hice, fue cambiarlo de colegio, lo que él asumió sin abrir su boca, sin reclamar, muy al contrario de cómo era Camilo; Al parecer, era cierto los rumores, tenía el carácter de su madre, pero la inteligencia de su padre. Luego, comencé a enseñarle ciertas marcas de conducta mínimas necesarias para que se desenvolviera en mi mundo como debía, lo cual pareció molestarle, pero dejo la boca cerrada. Nunca hablaba, llegue a pensar que era flemático en un mayor nivel que yo.
Pero no fue hasta, transcurrido un mes, que lo llegue a conocer realmente. Me di cuenta de cómo era en su interior, y de cómo, mi hijo, es decir, su padre, lo había enseñado sobre mí.
Comenzó cuando lo lleve a una fiesta de una sobrina mía, de las que hacían las de buen nivel para presentarse en sociedad. Lo vestí de forma decente, le hable de las cosas que normalmente se hablan ahí, y le advertí sobre las cosas que tendría que tener en cuenta antes de entrar ahí.
La expresión de su rostro, era la del miedo. Sus labios temblaban cuando estábamos en el auto, algo le pasaba, pero no se atrevía a decírmelo. Hasta, que pasado unos kilómetros, me harte y le pregunté directamente:
- ¿Qué cresta te pasa? –Lo se, normalmente no hablo así, pero es que me tenía los nervios destrozados.- ¿Podrías decirme por que tienes esa cara?
- ¿A mí? No me pasa nada señor.
- No me digas señor. El hecho de que no sepas mi nombre no significa que debas decirme así. Deberías preguntármelo.
- No es que no sepa tu nombre, es que me da miedo decirlo.
- Ya veo, tu padre, finalmente, si te hablo de mí, de la forma en que creía que habría hecho.
- El, él no dijo nada.
- ¿Nada?
- Nada malo, por el contrario. Me contó sobre como le enseñaste a leer, de cómo lo ayudabas y le dabas los empujones para que descollara del resto.- Respiro, era obvio que hablar de su padre, todavía le causaba dolor.- Siempre me dijo que habías sido un padre muy bueno, pero que se habían separado por su propia necedad.
- ¿El, el te dijo eso? No puedo creerlo.- Una lágrima cruzaba mi rostro. El auto continuaba sonando, así que lo apague, esto era algo de suma urgencia.- ¿De verdad te dijo que todo era culpa suya?
- Si, así es. Nunca hablo mal de ti. Soy yo, que me encontraba ilusionado de conocerte, y creo que, mis ilusiones eran demasiadas y ahora, tengo miedo.
- ¿Querías conocerme? Y ¿Por qué nunca lo intentaste?
- No lose.
- Creo que, que, no iremos a la fiesta, deberíamos ir a otro lado.
Encendí el auto nuevamente, di media vuelta, y me encamine hacía mi nuevo destino. Había algo pendiente.
Llegue al lugar donde me esperaba mi hijo. Caminé hasta su tumba, donde, no nos fue muy sencillo entrar debido a la hora, pero finalmente conseguimos que nos dejaran pasar. Con José de mi mano, juntos nos arrodillamos, pese a la oscuridad, y me agache, tocando con mí frente la lapida fría:
- Hijo, perdóname. A pesar de todo lo que te hice, tu fuiste capaz de educar a tu hijo sin el odio que yo pensaba que lo educarías. Recién hoy, después de muchos años de que todo paso, comprendí mi error, y te pido perdón de todo corazón. Espero escuches mis suplicas, hijo mió.
- Abuelo, no llores, el sabe que lo sientes.
FIN
Fue así, como José Antonio, o José, como le decían sus amigos, llego a mi casa. A ser cuidado por la persona que le había hecho la vida imposible a su padre. Sin embargo, ni sus modos, ni sus comentarios mostraban el menor signo de falta de educación de desprecio hacía mi persona.
Lo primero que hice, fue cambiarlo de colegio, lo que él asumió sin abrir su boca, sin reclamar, muy al contrario de cómo era Camilo; Al parecer, era cierto los rumores, tenía el carácter de su madre, pero la inteligencia de su padre. Luego, comencé a enseñarle ciertas marcas de conducta mínimas necesarias para que se desenvolviera en mi mundo como debía, lo cual pareció molestarle, pero dejo la boca cerrada. Nunca hablaba, llegue a pensar que era flemático en un mayor nivel que yo.
Pero no fue hasta, transcurrido un mes, que lo llegue a conocer realmente. Me di cuenta de cómo era en su interior, y de cómo, mi hijo, es decir, su padre, lo había enseñado sobre mí.
Comenzó cuando lo lleve a una fiesta de una sobrina mía, de las que hacían las de buen nivel para presentarse en sociedad. Lo vestí de forma decente, le hable de las cosas que normalmente se hablan ahí, y le advertí sobre las cosas que tendría que tener en cuenta antes de entrar ahí.
La expresión de su rostro, era la del miedo. Sus labios temblaban cuando estábamos en el auto, algo le pasaba, pero no se atrevía a decírmelo. Hasta, que pasado unos kilómetros, me harte y le pregunté directamente:
- ¿Qué cresta te pasa? –Lo se, normalmente no hablo así, pero es que me tenía los nervios destrozados.- ¿Podrías decirme por que tienes esa cara?
- ¿A mí? No me pasa nada señor.
- No me digas señor. El hecho de que no sepas mi nombre no significa que debas decirme así. Deberías preguntármelo.
- No es que no sepa tu nombre, es que me da miedo decirlo.
- Ya veo, tu padre, finalmente, si te hablo de mí, de la forma en que creía que habría hecho.
- El, él no dijo nada.
- ¿Nada?
- Nada malo, por el contrario. Me contó sobre como le enseñaste a leer, de cómo lo ayudabas y le dabas los empujones para que descollara del resto.- Respiro, era obvio que hablar de su padre, todavía le causaba dolor.- Siempre me dijo que habías sido un padre muy bueno, pero que se habían separado por su propia necedad.
- ¿El, el te dijo eso? No puedo creerlo.- Una lágrima cruzaba mi rostro. El auto continuaba sonando, así que lo apague, esto era algo de suma urgencia.- ¿De verdad te dijo que todo era culpa suya?
- Si, así es. Nunca hablo mal de ti. Soy yo, que me encontraba ilusionado de conocerte, y creo que, mis ilusiones eran demasiadas y ahora, tengo miedo.
- ¿Querías conocerme? Y ¿Por qué nunca lo intentaste?
- No lose.
- Creo que, que, no iremos a la fiesta, deberíamos ir a otro lado.
Encendí el auto nuevamente, di media vuelta, y me encamine hacía mi nuevo destino. Había algo pendiente.
Llegue al lugar donde me esperaba mi hijo. Caminé hasta su tumba, donde, no nos fue muy sencillo entrar debido a la hora, pero finalmente conseguimos que nos dejaran pasar. Con José de mi mano, juntos nos arrodillamos, pese a la oscuridad, y me agache, tocando con mí frente la lapida fría:
- Hijo, perdóname. A pesar de todo lo que te hice, tu fuiste capaz de educar a tu hijo sin el odio que yo pensaba que lo educarías. Recién hoy, después de muchos años de que todo paso, comprendí mi error, y te pido perdón de todo corazón. Espero escuches mis suplicas, hijo mió.
- Abuelo, no llores, el sabe que lo sientes.
FIN
miércoles, 11 de abril de 2007
Predestinación (4ta. Parte)
Se fue. Nunca más lo volví a ver. Ese es el principio de mi soledad. En menos de una semana había perdido a toda la familia que me quedaba, y solo por mi orgullo y prejuicios frente a lo distinto a mí.
Camilo siguió estudiando, pero por cuenta de él mismo. A pesar de que, lo pedí y hasta rogué que volviera a vivir a la casa conmigo, él jamás quiso volver.
En su universidad conoció a una mujer, llamada Elisa, la cual provenía de una familia de una clase muy inferior a la nuestra, pero a Camilo parecía no importarle, y después de un par de años de salir juntos se casaron.
Vivían en una casa de clase media en un barrio popular de Santiago, donde compartían un solo baño y dos piezas.
Tenían un hijo, al que llamaron José Antonio, en honor al padre de Elisa, un abogado que nunca había prosperado.
José Antonio, fue educado en uno de los mejores colegios de Santiago, debido al trabajo de Elisa, podía su hijo ir a ese establecimiento con un gran descuento; De donde él obtuvo gran parte de sus modales y de todo lo que lo caracterizó después de un tiempo. Sin embargo, lo mejor de su educación, en cuanto a caballerosidad fue dada por su padre, Camilo, y su madre, Elisa, quienes se encargaron de hacerlo un gran ser humano.
Yo no lo vi hasta muchos años después. Jamás me quise acercar a él. Tal vez, me daba miedo recordar mi pasado, lo que había hecho con mi mujer y con mi hijo.
A pesar de toda la felicidad, que los tres miembros de su pequeña familia sentían, no todo puede ser perfecto, y un día, cuando José Antonio apenas había cumplido los quince años, después del trabajo Elisa y Camilo sufrieron un accidente que termino quitándole la vida a ambos.
Recibí la noticia estando en mi biblioteca leyendo, como de costumbre, alguno de los antiguos libros que ahí tenía. Estaba tranquilo, pensando en nada más que lo que tenía delante de mí, cuando entró María, mi ama de llaves, llorando y gritando que Camilo había muerto (Ella aún mantenía contacto con él, jamás habían roto sus comunicaciones, a pesar de que ya casi no tuvieran el tiempo para hablar como lo hacían antes). Al principio no lo creí posible. Pero luego de un par de minutos, y de recibir una llamada de los padres de Elisa, lo acepte.
Su funeral fue al día siguiente, donde solo asistió un par de personas, ya que los padres de ella no querían que fuera mucha gente, solo los más cercanos, y entre esos, me contaron a mí, a pesar de todo.
Fue recién ese día que conocí a mi nieto. Al verlo, tirite. No podía creerlo, tenía la misma mirada, mismo gesto que Álvaro, el hermano muerto de Camilo. Estuve toda la misa y ceremonia incomodo con la imagen de él, mirando los cuerpos inertes de sus padres y sin saber que iba a hacer.
Al terminar la misa, sus otros abuelos se acercaron a mí para hablar de algo que ellos decían ser muy importante, que necesitaban robarme un poco de mi tiempo, el cual se los concedí de inmediato (La conciencia me mataba).
Comenzaron con el saludo normal, con las mínimas reglas de cortesía y todas esas cosas que la gente hace para hacerse ver como gente culta. Sin embargo, de pronto llegaron al punto que querían decirme:
- Señor Ortúzar, como usted ya debe saber, nuestra condición económica no nos permite cuidar de José Antonio, y menos de pagar sus estudios.
- Si, lo entiendo.
- Y es por eso, que ya que usted, no le faltan los recursos.
- ¿Les gustaría que yo lo cuidara?
- Si. Ha quedado solo en el mundo el pobre.
- Comprendo. Pero, para serle franco, no creo que pueda tomar tal responsabilidad. El debe de odiarme, su padre, es decir, mi hijo, debe de haberle contado lo que yo hice con él, como lo trate.
- No se preocupe por eso. El no sabe nada de eso, y además hasta lo respeta.
- ¿Cómo es posible eso? …. De todas formas, no puedo tomar tal responsabilidad, no soy una buena persona, no me merezco que este niño se quede conmigo.
- ¿Prefiero verlo en la calle?
- No. Es que, no puedo aceptarlo. Perdóneme.
- Señor, perdóneme usted, pero es su nieto. Sangre de su sangre.- Al decir eso, mi corazón se dio vuelta.- Ya sabemos todos su historia con su hijo, por tanto creo que es el momento de remediar en algo todo lo que usted hizo.
- Visto desde ese punto de vista…
- Nada que: “Visto desde ese punto de vista”.
- Lléveselo, y cuídelo como si fuera Camilo mismo.
. . . Continúara . .
Camilo siguió estudiando, pero por cuenta de él mismo. A pesar de que, lo pedí y hasta rogué que volviera a vivir a la casa conmigo, él jamás quiso volver.
En su universidad conoció a una mujer, llamada Elisa, la cual provenía de una familia de una clase muy inferior a la nuestra, pero a Camilo parecía no importarle, y después de un par de años de salir juntos se casaron.
Vivían en una casa de clase media en un barrio popular de Santiago, donde compartían un solo baño y dos piezas.
Tenían un hijo, al que llamaron José Antonio, en honor al padre de Elisa, un abogado que nunca había prosperado.
José Antonio, fue educado en uno de los mejores colegios de Santiago, debido al trabajo de Elisa, podía su hijo ir a ese establecimiento con un gran descuento; De donde él obtuvo gran parte de sus modales y de todo lo que lo caracterizó después de un tiempo. Sin embargo, lo mejor de su educación, en cuanto a caballerosidad fue dada por su padre, Camilo, y su madre, Elisa, quienes se encargaron de hacerlo un gran ser humano.
Yo no lo vi hasta muchos años después. Jamás me quise acercar a él. Tal vez, me daba miedo recordar mi pasado, lo que había hecho con mi mujer y con mi hijo.
A pesar de toda la felicidad, que los tres miembros de su pequeña familia sentían, no todo puede ser perfecto, y un día, cuando José Antonio apenas había cumplido los quince años, después del trabajo Elisa y Camilo sufrieron un accidente que termino quitándole la vida a ambos.
Recibí la noticia estando en mi biblioteca leyendo, como de costumbre, alguno de los antiguos libros que ahí tenía. Estaba tranquilo, pensando en nada más que lo que tenía delante de mí, cuando entró María, mi ama de llaves, llorando y gritando que Camilo había muerto (Ella aún mantenía contacto con él, jamás habían roto sus comunicaciones, a pesar de que ya casi no tuvieran el tiempo para hablar como lo hacían antes). Al principio no lo creí posible. Pero luego de un par de minutos, y de recibir una llamada de los padres de Elisa, lo acepte.
Su funeral fue al día siguiente, donde solo asistió un par de personas, ya que los padres de ella no querían que fuera mucha gente, solo los más cercanos, y entre esos, me contaron a mí, a pesar de todo.
Fue recién ese día que conocí a mi nieto. Al verlo, tirite. No podía creerlo, tenía la misma mirada, mismo gesto que Álvaro, el hermano muerto de Camilo. Estuve toda la misa y ceremonia incomodo con la imagen de él, mirando los cuerpos inertes de sus padres y sin saber que iba a hacer.
Al terminar la misa, sus otros abuelos se acercaron a mí para hablar de algo que ellos decían ser muy importante, que necesitaban robarme un poco de mi tiempo, el cual se los concedí de inmediato (La conciencia me mataba).
Comenzaron con el saludo normal, con las mínimas reglas de cortesía y todas esas cosas que la gente hace para hacerse ver como gente culta. Sin embargo, de pronto llegaron al punto que querían decirme:
- Señor Ortúzar, como usted ya debe saber, nuestra condición económica no nos permite cuidar de José Antonio, y menos de pagar sus estudios.
- Si, lo entiendo.
- Y es por eso, que ya que usted, no le faltan los recursos.
- ¿Les gustaría que yo lo cuidara?
- Si. Ha quedado solo en el mundo el pobre.
- Comprendo. Pero, para serle franco, no creo que pueda tomar tal responsabilidad. El debe de odiarme, su padre, es decir, mi hijo, debe de haberle contado lo que yo hice con él, como lo trate.
- No se preocupe por eso. El no sabe nada de eso, y además hasta lo respeta.
- ¿Cómo es posible eso? …. De todas formas, no puedo tomar tal responsabilidad, no soy una buena persona, no me merezco que este niño se quede conmigo.
- ¿Prefiero verlo en la calle?
- No. Es que, no puedo aceptarlo. Perdóneme.
- Señor, perdóneme usted, pero es su nieto. Sangre de su sangre.- Al decir eso, mi corazón se dio vuelta.- Ya sabemos todos su historia con su hijo, por tanto creo que es el momento de remediar en algo todo lo que usted hizo.
- Visto desde ese punto de vista…
- Nada que: “Visto desde ese punto de vista”.
- Lléveselo, y cuídelo como si fuera Camilo mismo.
. . . Continúara . .
jueves, 5 de abril de 2007
Predestinación (3ra. Parte)
Levanto su mano, pero la bajo al instante. Lo miro con una rabia que no podía controlar, y finalmente, salió indignado de la habitación, dejándolo solo.
Ese fue tal vez, la primera de tantas peleas que tuvimos, hasta que todo sucediera de una manera imparable.
No había nada que pudiera evitar nuestras peleas, ni siquiera mi mujer, pero ella calmaba el ambiente, y eso era algo obvio. Sin embargo, luego de un año de peleas consecutivas, el corazón de mi mujer no aguanto más las tensiones de nuestra casa y cedió.
De una u otra forma, la llama de la vida de Mariana se apago. Llegó a su fin, dejándonos a ambos solos. A nuestra merced, y nuestra guerra diaria sin ninguna moderadora que nos hiciera ceder.
La noche en que todo pasó, comenzó de la mejor forma en que podría haberlo hecho, con una de nuestras, ya habituales, peleas:
- ¿Ya estas listo?, le pregunte.
- Si, ¿No se nota?, me contesto Camilo.
- No, la verdad es que no. Parece que fueras a jugar fútbol, y no a la comida del nivel de gente que vas.
- La verdad, es que así soy. No voy a disfrazarme para que las demás personas piensen otras cosas, padre.
- ¡Anda a cambiarte! No permitiré que un hijo mío ande así por la calle.
- ¿Ya están peleando?, dijo mi mujer.- ¿Qué acaso no pueden pasar un día sin hacerlo?
- Es que con este caballero que tengo por padre, es bastante difícil no hacerlo.- Contesto él, con un dejo de indiferencia que hizo hervir mi sangre.-
- ¡Es el colmo! ¿Cómo es posible que esto me suceda a mí? ¿Y que tú, al que le hemos dado todo, nos pague así?- Levanté mi mano, a lo que mi señora se puso entre ambos y sostuvo mi mano con fuerza.-
- Déjalo. No te atrevas a tocarlo.- Mariana, tiritaba, y su respiración se hacía cada vez más rápida, parecía victima de una gran excitación.- No te dejaré que lo vuelvas a tocar como lo hacías con nuestro otro hijo.
- Madre, por favor cálmate, a mi no me molesta nada. Cálmate por favor.
Camilo alcanzo a terminar de pronunciar esas palabras antes de que Mariana, mi mujer cayera al piso desfallecida. Fue la última vez que la escuche hablar y abrir sus ojos. Y todo, fue, por mi rabia mal contenida, por mi crueldad y repetidas peleas con Camilo.
Tal vez, no me culpo de muchas cosas. Tal vez, no me arrepiento de muchas otras. Pero esa noche, ha sido de las peores de toda mi vida, ojala pudiera volver a atrás y cambiarla. A lo mejor, ahora no estaría solo como lo estoy.
Su muerte fue inevitable. Murió de un ataque al corazón del cual no hubo nada que hacer. Una vez llegado el doctor, ella ya había muerto y sus ojos se encontraban abiertos, mirando el vació, demostrando miedo y sufrimiento.
La enterramos a los dos días siguientes. Su ataúd estuvo siempre vigilado por mis guardias, familiares y amigos, algo que a ella, a diferencia de mí, nunca le faltaron. La misa fue triste, y la gran cantidad de gente llorando demostraba la inmensidad de cariño que esta mujer recibió desde su adiós.
Jamás podré olvidar la angustia que sentí ese día, fue algo nunca antes sentido por ningún ser humano. Verdaderamente, algo que nunca creí poder llegar a sentir. En otras palabras, sentimientos que ningún otro ser humano, se atrevería a sentir.
Con Camilo, nos mirábamos, nos culpábamos el uno al otro. El a mí, por haberle levantado la mano, y yo a él, por haberme hecho enojar con su forma irreverente de desafiarme día a día durante todo el tiempo. Pero desde el fondo, no podíamos enjuiciarnos ese día., en secreto habíamos hecho un trato de no pelear ese día, solo por la memoria de Mariana.
Luego de ese día, Camilo se encerró en su pieza, y no salió hasta que lo hice llamar, por más de media hora, mediante gritos. Caminó lento, sin ninguna prisa, como si nada de lo que fuera a decirle pudiera importarle realmente, y eso se notaba en sus ojos.
Apenas entro, no lo hice esperar mucho, fui directo al grano, y le dije todo lo que pensaba, sobre lo que había pasado:
- Camilo, supongo que ya has entendido el alcance de tus palabra, y lo que has conseguido con esa obstinación que tienes.
- ….
- ¿Cómo? ¿No vas a responder?
- No tengo nada que decir.
- ¡Ah no! ¡Esto es el colmo! ¿Acaso no te das cuenta de que has matado a tu propia madre con tus peleas diarias?
- Yo…- Lagrimas cruzaban su rostro.- Tu… No creo que debamos tener esta conversación ahora.- Caminó en dirección a la puerta, pero lo detuve.
- Tú no te vas a ningún lado, hasta que terminemos esta conversación.
- No quiero.
- A veces, me da vergüenza que seas mi hijo. No puedo creer que sangre de mi sangre pueda ser así.- Tomé aire, lo necesitaba, la sangre hacía latir mi cuerpo.- Siempre me has llevado la contraria en todo, parece que no significa nada el hecho de que hayas venido de mis entrañas. Si tan solo fueras como tu hermano.
- Siempre me has comparado. Nunca me has aceptado tal cual soy. Nunca has podido aceptar que piense de forma contraria a ti. Que seamos distintos es algo que te ha causado dolor toda tu vida, pero no porque te disguste eso, sino que, porque siempre has querido que sea como mi hermano.- Se detuvo, miró por la ventana, como el sol iluminaba todo el patio en una vista hermosa.- No voy a permitir que esto siga pasando. Me duele.
- Si no te gustan mis reglas, te puedes ir.
. . .Continuara. . .
Ese fue tal vez, la primera de tantas peleas que tuvimos, hasta que todo sucediera de una manera imparable.
No había nada que pudiera evitar nuestras peleas, ni siquiera mi mujer, pero ella calmaba el ambiente, y eso era algo obvio. Sin embargo, luego de un año de peleas consecutivas, el corazón de mi mujer no aguanto más las tensiones de nuestra casa y cedió.
De una u otra forma, la llama de la vida de Mariana se apago. Llegó a su fin, dejándonos a ambos solos. A nuestra merced, y nuestra guerra diaria sin ninguna moderadora que nos hiciera ceder.
La noche en que todo pasó, comenzó de la mejor forma en que podría haberlo hecho, con una de nuestras, ya habituales, peleas:
- ¿Ya estas listo?, le pregunte.
- Si, ¿No se nota?, me contesto Camilo.
- No, la verdad es que no. Parece que fueras a jugar fútbol, y no a la comida del nivel de gente que vas.
- La verdad, es que así soy. No voy a disfrazarme para que las demás personas piensen otras cosas, padre.
- ¡Anda a cambiarte! No permitiré que un hijo mío ande así por la calle.
- ¿Ya están peleando?, dijo mi mujer.- ¿Qué acaso no pueden pasar un día sin hacerlo?
- Es que con este caballero que tengo por padre, es bastante difícil no hacerlo.- Contesto él, con un dejo de indiferencia que hizo hervir mi sangre.-
- ¡Es el colmo! ¿Cómo es posible que esto me suceda a mí? ¿Y que tú, al que le hemos dado todo, nos pague así?- Levanté mi mano, a lo que mi señora se puso entre ambos y sostuvo mi mano con fuerza.-
- Déjalo. No te atrevas a tocarlo.- Mariana, tiritaba, y su respiración se hacía cada vez más rápida, parecía victima de una gran excitación.- No te dejaré que lo vuelvas a tocar como lo hacías con nuestro otro hijo.
- Madre, por favor cálmate, a mi no me molesta nada. Cálmate por favor.
Camilo alcanzo a terminar de pronunciar esas palabras antes de que Mariana, mi mujer cayera al piso desfallecida. Fue la última vez que la escuche hablar y abrir sus ojos. Y todo, fue, por mi rabia mal contenida, por mi crueldad y repetidas peleas con Camilo.
Tal vez, no me culpo de muchas cosas. Tal vez, no me arrepiento de muchas otras. Pero esa noche, ha sido de las peores de toda mi vida, ojala pudiera volver a atrás y cambiarla. A lo mejor, ahora no estaría solo como lo estoy.
Su muerte fue inevitable. Murió de un ataque al corazón del cual no hubo nada que hacer. Una vez llegado el doctor, ella ya había muerto y sus ojos se encontraban abiertos, mirando el vació, demostrando miedo y sufrimiento.
La enterramos a los dos días siguientes. Su ataúd estuvo siempre vigilado por mis guardias, familiares y amigos, algo que a ella, a diferencia de mí, nunca le faltaron. La misa fue triste, y la gran cantidad de gente llorando demostraba la inmensidad de cariño que esta mujer recibió desde su adiós.
Jamás podré olvidar la angustia que sentí ese día, fue algo nunca antes sentido por ningún ser humano. Verdaderamente, algo que nunca creí poder llegar a sentir. En otras palabras, sentimientos que ningún otro ser humano, se atrevería a sentir.
Con Camilo, nos mirábamos, nos culpábamos el uno al otro. El a mí, por haberle levantado la mano, y yo a él, por haberme hecho enojar con su forma irreverente de desafiarme día a día durante todo el tiempo. Pero desde el fondo, no podíamos enjuiciarnos ese día., en secreto habíamos hecho un trato de no pelear ese día, solo por la memoria de Mariana.
Luego de ese día, Camilo se encerró en su pieza, y no salió hasta que lo hice llamar, por más de media hora, mediante gritos. Caminó lento, sin ninguna prisa, como si nada de lo que fuera a decirle pudiera importarle realmente, y eso se notaba en sus ojos.
Apenas entro, no lo hice esperar mucho, fui directo al grano, y le dije todo lo que pensaba, sobre lo que había pasado:
- Camilo, supongo que ya has entendido el alcance de tus palabra, y lo que has conseguido con esa obstinación que tienes.
- ….
- ¿Cómo? ¿No vas a responder?
- No tengo nada que decir.
- ¡Ah no! ¡Esto es el colmo! ¿Acaso no te das cuenta de que has matado a tu propia madre con tus peleas diarias?
- Yo…- Lagrimas cruzaban su rostro.- Tu… No creo que debamos tener esta conversación ahora.- Caminó en dirección a la puerta, pero lo detuve.
- Tú no te vas a ningún lado, hasta que terminemos esta conversación.
- No quiero.
- A veces, me da vergüenza que seas mi hijo. No puedo creer que sangre de mi sangre pueda ser así.- Tomé aire, lo necesitaba, la sangre hacía latir mi cuerpo.- Siempre me has llevado la contraria en todo, parece que no significa nada el hecho de que hayas venido de mis entrañas. Si tan solo fueras como tu hermano.
- Siempre me has comparado. Nunca me has aceptado tal cual soy. Nunca has podido aceptar que piense de forma contraria a ti. Que seamos distintos es algo que te ha causado dolor toda tu vida, pero no porque te disguste eso, sino que, porque siempre has querido que sea como mi hermano.- Se detuvo, miró por la ventana, como el sol iluminaba todo el patio en una vista hermosa.- No voy a permitir que esto siga pasando. Me duele.
- Si no te gustan mis reglas, te puedes ir.
. . .Continuara. . .
domingo, 1 de abril de 2007
Predestinación (2da. Parte)
El segundo de mis hijos, en cambio, pudo tener toda su infancia y adolescencia con nosotros. Nació, años después de la muerte de nuestro primer hijo, y lo llamamos Camilo, en conmemoración a mi abuelo, muerto el mismo año. De la perfección física que tenía su hermano, el no había heredado nada, al contrario. Pero esto no cambió la situación, de que nosotros le diéramos todo el amor que habíamos perdido anteriormente.
Fue criado en casa, no dejábamos que cualquier persona se acercara a él. Teníamos miedo de perderlo. En cierta manera, lo sobre protegíamos.
A pesar, de que su aspecto físico no era él mejor, su inteligencia era algo que superaba en creces a su hermano, y era algo notorio. Muchas personas, con solo hablar con él lo notaban, era algo increíble. Sin embargo, había algo que nos molestaba: “Sus pensamientos”. Eran algo que a nadie en nuestra familia, se le habría ocurrido, y mucho menos aceptado. Siempre pensaba en el resto de las personas, pensamientos socialistas, o más directamente, comunistas.
No entendíamos como podía perder su tiempo pensando en aquellos seres de tan poca importancia, de tan poca clase e influencia en la sociedad. A fin de cuentas, uno solo tiene que preocuparse de uno mismo, y no tiene porque perder los pocos minutos del día en los que no estas trabajando en gente que no tiene lo mismo que tú.
Da igual. Divago, pierdo el hilo y la secuencia lógica de la historia. Mejor vuelvo a un punto clave, la educación de Camilo y la influencia que esta tuvo en lo que fue su vida.
Como fue criado en casa, paso mucho tiempo sin hacer amigos, era un poco solo, y tal vez eso era culpa nuestra; Por lo que, pasaba mucho tiempo encerrado en la biblioteca de nuestra casa leyendo y leyendo diversos libros, de los cuales nunca pude yo leer más allá de las primeras paginas.
Esto fue, sin duda alguna, una parte fundamental de sus pensamientos. Podría jurar en estos minutos, de que si me hubiera cuidado de lo que Camilo leía cuando no había nadie en la casa, las cosas no habrían seguido de la misma forma.
Debo comenzar con la historia, desde un punto para que sea entendible. Y eso, lo haré en estos minutos.
Camilo, se encontraba, como siempre, leyendo en la biblioteca alguno de los inmensos volúmenes, que se encontraban ahí desde hacía años, cuando llegue yo, para hablar con él sobre sus nuevas clases.
Cuando entré, pareció no notar mi presencia, o simplemente ignorarla, lo que me hizo enojar y golpear la mesa:
- Escúchame. No te pienses que puedes hacer el idiota cuando quieras.
- No lo hago padre, simplemente estaba concentrado.
- Da igual. Ahora, vas a tener un nuevo profesor. Debido al altercado de la otra semana, decidí despedir al otro, no espero que lo entiendas, pero tampoco que me reclames por mi decisión.
- ¿Qué lo despediste? ¿Solo por que te preguntó si yo podía ir a su universidad?
- Si, eso mismo.
- ¿Cómo puedes hacer eso?
- Jamás permitiré que entres a una universidad a estudiar ese tipo de carreras, y menos a esa. No es gente de tu clase, y tú deberías saberlo.
- A mi no me importa las clases de las personas.
- Eso es porque, nunca has tenido que convivir con nadie más que tu familia, y tus empleados. No tienes ni idea de cómo es el mundo.
- A pesar de lo que piensas, si se como es el mundo. He leído mucho, y se como las injusticias que son cometidas en el, y como mucha gente con la excusa de “Querer ayuda” se roba el dinero de otras personas.
- No deberías opinar sobre temas en los que no sabes más que lo que te dicen tus amistades de la cocina.
- ¿Por qué los tratas así? Son personas, ¿Sabías?
- Tal vez lo sean, pero no se merecen un trato mejor si lo único que hacen es meterte cosas en la cabeza, en vez de hacer su trabajo como Dios les manda.
- A veces, desearía no ser tu hijo, o mejor, no haber nacido aquí. ¿Sabes? Soy el único de muchos jóvenes que nunca ha ido a una fiesta, el único que no conoce más allá de su Jardín.
- ¿Y es para ti, realmente importante ir a esos lugares? No eres más que un mal agradecido, jamás sabrás ni podrás conocer a alguien que tenga la vida que tú has tenido. Te hemos dado de todo, no te hace falta nada.
- Material, todo lo material lo tengo.
- ¿Y hay, acaso algo más importante?
- Si, si lo hay.
- ¿Y qué sería?
- No vale la pena decírtelo, padre, jamás lo entenderás, tienes demasiado seco el corazón.
- ¿Cómo te atreves?
. . . Continuára . . .
Fue criado en casa, no dejábamos que cualquier persona se acercara a él. Teníamos miedo de perderlo. En cierta manera, lo sobre protegíamos.
A pesar, de que su aspecto físico no era él mejor, su inteligencia era algo que superaba en creces a su hermano, y era algo notorio. Muchas personas, con solo hablar con él lo notaban, era algo increíble. Sin embargo, había algo que nos molestaba: “Sus pensamientos”. Eran algo que a nadie en nuestra familia, se le habría ocurrido, y mucho menos aceptado. Siempre pensaba en el resto de las personas, pensamientos socialistas, o más directamente, comunistas.
No entendíamos como podía perder su tiempo pensando en aquellos seres de tan poca importancia, de tan poca clase e influencia en la sociedad. A fin de cuentas, uno solo tiene que preocuparse de uno mismo, y no tiene porque perder los pocos minutos del día en los que no estas trabajando en gente que no tiene lo mismo que tú.
Da igual. Divago, pierdo el hilo y la secuencia lógica de la historia. Mejor vuelvo a un punto clave, la educación de Camilo y la influencia que esta tuvo en lo que fue su vida.
Como fue criado en casa, paso mucho tiempo sin hacer amigos, era un poco solo, y tal vez eso era culpa nuestra; Por lo que, pasaba mucho tiempo encerrado en la biblioteca de nuestra casa leyendo y leyendo diversos libros, de los cuales nunca pude yo leer más allá de las primeras paginas.
Esto fue, sin duda alguna, una parte fundamental de sus pensamientos. Podría jurar en estos minutos, de que si me hubiera cuidado de lo que Camilo leía cuando no había nadie en la casa, las cosas no habrían seguido de la misma forma.
Debo comenzar con la historia, desde un punto para que sea entendible. Y eso, lo haré en estos minutos.
Camilo, se encontraba, como siempre, leyendo en la biblioteca alguno de los inmensos volúmenes, que se encontraban ahí desde hacía años, cuando llegue yo, para hablar con él sobre sus nuevas clases.
Cuando entré, pareció no notar mi presencia, o simplemente ignorarla, lo que me hizo enojar y golpear la mesa:
- Escúchame. No te pienses que puedes hacer el idiota cuando quieras.
- No lo hago padre, simplemente estaba concentrado.
- Da igual. Ahora, vas a tener un nuevo profesor. Debido al altercado de la otra semana, decidí despedir al otro, no espero que lo entiendas, pero tampoco que me reclames por mi decisión.
- ¿Qué lo despediste? ¿Solo por que te preguntó si yo podía ir a su universidad?
- Si, eso mismo.
- ¿Cómo puedes hacer eso?
- Jamás permitiré que entres a una universidad a estudiar ese tipo de carreras, y menos a esa. No es gente de tu clase, y tú deberías saberlo.
- A mi no me importa las clases de las personas.
- Eso es porque, nunca has tenido que convivir con nadie más que tu familia, y tus empleados. No tienes ni idea de cómo es el mundo.
- A pesar de lo que piensas, si se como es el mundo. He leído mucho, y se como las injusticias que son cometidas en el, y como mucha gente con la excusa de “Querer ayuda” se roba el dinero de otras personas.
- No deberías opinar sobre temas en los que no sabes más que lo que te dicen tus amistades de la cocina.
- ¿Por qué los tratas así? Son personas, ¿Sabías?
- Tal vez lo sean, pero no se merecen un trato mejor si lo único que hacen es meterte cosas en la cabeza, en vez de hacer su trabajo como Dios les manda.
- A veces, desearía no ser tu hijo, o mejor, no haber nacido aquí. ¿Sabes? Soy el único de muchos jóvenes que nunca ha ido a una fiesta, el único que no conoce más allá de su Jardín.
- ¿Y es para ti, realmente importante ir a esos lugares? No eres más que un mal agradecido, jamás sabrás ni podrás conocer a alguien que tenga la vida que tú has tenido. Te hemos dado de todo, no te hace falta nada.
- Material, todo lo material lo tengo.
- ¿Y hay, acaso algo más importante?
- Si, si lo hay.
- ¿Y qué sería?
- No vale la pena decírtelo, padre, jamás lo entenderás, tienes demasiado seco el corazón.
- ¿Cómo te atreves?
. . . Continuára . . .
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