martes, 17 de abril de 2007

Predestinación (5ta. Parte)

No podía renunciar a tales palabras, tenían toda la razón del mundo, y no tenía cara para decirle que no después de saber que él conocía toda mi historia con Camilo.

Fue así, como José Antonio, o José, como le decían sus amigos, llego a mi casa. A ser cuidado por la persona que le había hecho la vida imposible a su padre. Sin embargo, ni sus modos, ni sus comentarios mostraban el menor signo de falta de educación de desprecio hacía mi persona.
Lo primero que hice, fue cambiarlo de colegio, lo que él asumió sin abrir su boca, sin reclamar, muy al contrario de cómo era Camilo; Al parecer, era cierto los rumores, tenía el carácter de su madre, pero la inteligencia de su padre. Luego, comencé a enseñarle ciertas marcas de conducta mínimas necesarias para que se desenvolviera en mi mundo como debía, lo cual pareció molestarle, pero dejo la boca cerrada. Nunca hablaba, llegue a pensar que era flemático en un mayor nivel que yo.
Pero no fue hasta, transcurrido un mes, que lo llegue a conocer realmente. Me di cuenta de cómo era en su interior, y de cómo, mi hijo, es decir, su padre, lo había enseñado sobre mí.

Comenzó cuando lo lleve a una fiesta de una sobrina mía, de las que hacían las de buen nivel para presentarse en sociedad. Lo vestí de forma decente, le hable de las cosas que normalmente se hablan ahí, y le advertí sobre las cosas que tendría que tener en cuenta antes de entrar ahí.
La expresión de su rostro, era la del miedo. Sus labios temblaban cuando estábamos en el auto, algo le pasaba, pero no se atrevía a decírmelo. Hasta, que pasado unos kilómetros, me harte y le pregunté directamente:

- ¿Qué cresta te pasa? –Lo se, normalmente no hablo así, pero es que me tenía los nervios destrozados.- ¿Podrías decirme por que tienes esa cara?
- ¿A mí? No me pasa nada señor.
- No me digas señor. El hecho de que no sepas mi nombre no significa que debas decirme así. Deberías preguntármelo.
- No es que no sepa tu nombre, es que me da miedo decirlo.
- Ya veo, tu padre, finalmente, si te hablo de mí, de la forma en que creía que habría hecho.
- El, él no dijo nada.
- ¿Nada?
- Nada malo, por el contrario. Me contó sobre como le enseñaste a leer, de cómo lo ayudabas y le dabas los empujones para que descollara del resto.- Respiro, era obvio que hablar de su padre, todavía le causaba dolor.- Siempre me dijo que habías sido un padre muy bueno, pero que se habían separado por su propia necedad.
- ¿El, el te dijo eso? No puedo creerlo.- Una lágrima cruzaba mi rostro. El auto continuaba sonando, así que lo apague, esto era algo de suma urgencia.- ¿De verdad te dijo que todo era culpa suya?
- Si, así es. Nunca hablo mal de ti. Soy yo, que me encontraba ilusionado de conocerte, y creo que, mis ilusiones eran demasiadas y ahora, tengo miedo.
- ¿Querías conocerme? Y ¿Por qué nunca lo intentaste?
- No lose.
- Creo que, que, no iremos a la fiesta, deberíamos ir a otro lado.

Encendí el auto nuevamente, di media vuelta, y me encamine hacía mi nuevo destino. Había algo pendiente.
Llegue al lugar donde me esperaba mi hijo. Caminé hasta su tumba, donde, no nos fue muy sencillo entrar debido a la hora, pero finalmente conseguimos que nos dejaran pasar. Con José de mi mano, juntos nos arrodillamos, pese a la oscuridad, y me agache, tocando con mí frente la lapida fría:

- Hijo, perdóname. A pesar de todo lo que te hice, tu fuiste capaz de educar a tu hijo sin el odio que yo pensaba que lo educarías. Recién hoy, después de muchos años de que todo paso, comprendí mi error, y te pido perdón de todo corazón. Espero escuches mis suplicas, hijo mió.
- Abuelo, no llores, el sabe que lo sientes.



FIN

1 comentario:

Verito dijo...

Cuático..
Tal vez, un poco trillado el final -- se usa mucho, pero me gustó la historia completa.
:)

Eso pu!!
Respecto a tu pregunta.. fue un momento de verdades.
Supe una noticia que me causó algo así.
Pero no te preocupes :) Ya está todo bien. Fue el puro momento.


Cuidate muchooooo!!!!!