Era la hora de decir adios. Y así lo hizo. Se despidió con lágrimas en los ojos pero aceptando que éste era el momento de hacerlo. Se había entregado a la situación.
Ella por su parte, no tenía más que dar media vuelta y partir. Su decisión tomada en el apuro había dejado varias cajas abiertas. Problemas sin resolver. Sin embargo, ahora partiría, lejos, sin la más mínima posibilidad de volver a pisar su amada tierra natal.
En algún momento se volverían a encontrar, y tal vez, sólo tal vez, lograrían enmendar todos sus errores.
1 comentario:
"Yo no sé ustedes, pero yo, me siento humillado y ofendido".
Humillados y Ofendidos
Dostoievsky
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