domingo, 6 de abril de 2008
Carusso
Muchos, muchos, pero muchos años han pasado. Se fue, para nunca volver. Pero en mi alma es como si siguiera acá. No puedo dejar de pensar en él. Es parte de mi. Es casi como si no pudiera dejar de sentirlo cerca, como si tocara cada parte de mi cuerpo y me dijera cada mañana: "No te preocupes, ya volveré". Mas, nunca lo hace.
Lo miro desde mi balcón, esperando ver a lo lejos su perfil, algo que me diga que está por llegar, pero eso nunca pasa. Es mi maldición. Debí aprovechar de estar con él mientras tuvimos tiempo, mientras pude tenerlo cerca.
Es mi familia. Lo único que quedaba vivo de ella. Mi hijo, se fue hace muchos años y todavía no llega. Salió a pasear, a buscar su destino, mas nunca volvió. Me vuelvo loca de solo pensar que cada día que pasa es menos probable que vuelva a verlo. Me arranco los pelos de la cabeza con el solo hecho de pensar que tal vez, nunca vuelva a sentir el olor de su pelo.
Era la prolongación de mi ser. Y nunca volvió. Nunca pude verlo crecer, madurar, terminar de desarrollarse y ver que había adquirido de mi. Saber que personalidad tiene. Si es escritor como soñaba serlo, o si se volvió otra cosa. Lamento no poder saberlo. Por favor, vuelve. Te lo suplico. Eres la única razón por la que me mantengo viva, desde el momento en que tu padre me abandonó.
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2 comentarios:
Triste y un trago amargo.
No se porqué, pero historias de este tipo me llegan.
Creo que hablaré un poco más con mi madre :)
Saludos!
Y en la distancia amor, hoy más que nunca, suenan tus palabras.
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