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No puedo seguir negando esto: tengo miedo. En las próximas semanas vendrá un ángel, en forma de Nephilim a salvarme de mis pecados pasados, a purificarme. Debo resistir, debo continuar y no caer en la tentación que Satán me está plantando.
No es tan fácil como parece, no lo crean. No es que yo diga: ya, dejaré que todo pase y que solo sea un mal recuerdo más. Es algo más, un miedo mucho más profundo, algo que me aterroriza hasta sentir mis pelos erizarse uno a uno.
Ya no sé si esto sea lo correcto, solo sé que en el fondo tengo la sensación de que no está en mis manos continuar o detenerme: es algo que supera mis sentidos. Es como si estuviera escrito en mi piel, en mi sangre.
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